Cuando se alía la materia lo párvulo confiere. No hay soledad aquí. No hay indignación. Tampoco amenaza. Ser engullido para formar parte del mismo lecho que te sustenta.
...O acaso ser depositado en la orilla de uno mismo, en un paraje sobre el que antes no había advertido de su existencia, en algún lugar alejado a la propia turbulencia, donde no podía uno escucharse antes, ni sentirse, ni mirar dentro...
Cuando se alía la materia lo párvulo confiere. No hay soledad aquí. No hay indignación. Tampoco amenaza. Ser engullido para formar parte del mismo lecho que te sustenta.
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