Brevísimo y fugaz instante, pero continuo, sempiterno. La paradoja es única. Sísifo sabe que volverá a ascender con la roca para realizar el mismo ejercicio. Lo sigue intentando una y otra vez. ¿Para liberarse? No lo logra. ¿Es la condena y la esclavitud el precio de la inmortalidad? Mal salario.
Este mito lo tengo siempre en mi boca. Constantemente me estoy refiriendo a él en mi vida diaria. Sintetiza muy bien la condena y esclavitud en la que se encuentra el hombre en nuestra sociedad, ya sea rico o pobre. Me gusta especialmente la fotografía, pues en ella el hombre muestra una pose de victoria, saboreando ese breve instante en que se cree haber vencido.
El mito de Sísifo es abrumador y de una vigencia que espanta. Como hombres, imaginamos la sensación efímera (porque la vivimos cada día) de estar liberándonos de la roca y del esfuerzo que nos condena, para a continuación sentir la frustración de tener que volver a tomarla, subir y ejecutar otra vez su derribo. Es lo de las mulas o burros dando la vuelta a la noria, pero en versión mitos para hombres y su desolación.
De todos modos, me temo que la condena grava mucho más al pobre y, aunque el rico tiene sus sujecciones y su vida también un precio al menos tiene unos márgenes de libertad y de recomposición que los asalariados no disponen.
Vano empeño de Sísifo por ser inmortal.
ResponderEliminarBreve instante de gloria en el que saborea la libertad.
Brevísimo y fugaz instante, pero continuo, sempiterno. La paradoja es única. Sísifo sabe que volverá a ascender con la roca para realizar el mismo ejercicio. Lo sigue intentando una y otra vez. ¿Para liberarse? No lo logra. ¿Es la condena y la esclavitud el precio de la inmortalidad? Mal salario.
ResponderEliminarGracias por comentar, Anónimo.
Este mito lo tengo siempre en mi boca. Constantemente me estoy refiriendo a él en mi vida diaria. Sintetiza muy bien la condena y esclavitud en la que se encuentra el hombre en nuestra sociedad, ya sea rico o pobre.
ResponderEliminarMe gusta especialmente la fotografía, pues en ella el hombre muestra una pose de victoria, saboreando ese breve instante en que se cree haber vencido.
El mito de Sísifo es abrumador y de una vigencia que espanta. Como hombres, imaginamos la sensación efímera (porque la vivimos cada día) de estar liberándonos de la roca y del esfuerzo que nos condena, para a continuación sentir la frustración de tener que volver a tomarla, subir y ejecutar otra vez su derribo. Es lo de las mulas o burros dando la vuelta a la noria, pero en versión mitos para hombres y su desolación.
ResponderEliminarDe todos modos, me temo que la condena grava mucho más al pobre y, aunque el rico tiene sus sujecciones y su vida también un precio al menos tiene unos márgenes de libertad y de recomposición que los asalariados no disponen.
La piedra permanecerá, aunque es parte de él.
ResponderEliminarAsí fue, así es y así será, Tula. Ya no se sabe bien dónde empieza el hombre y donde acaba la piedra. Centauros.
ResponderEliminar